Intentamos sindicalizarnos y no lo logramos. Esto es lo que aprendimos

 Lx autorx ha trabajado en organización ligada a la justicia social, incluida la justicia para migrantes por más de una década. Reside en la región Oeste.

Fue muy difícil trabajar en una organización por los derechos de los migrantes mientras Trump llevaba a cabo ataques contra migrantes de una manera nunca antes vista, con tintes de supremacía blanca. Tener que pelear batallas internas mientras nos explotaban como trabajadores fue doblemente agotador. Fracasamos al intentar sindicalizarnos y eso tuvo un alto costo para la integridad de la organización. Pero la experiencia colectiva de nuestro intento nos concedió un compromiso más profundo y nos alineó con posturas políticas liberadora, fue una victoria en sí misma.

La organización en el espacio laboral se trata fundamentalmente de construir relaciones para que podamos transformar las condiciones materiales y asegurar que todxs lxs empleadxs puedan prosperar. La organización sindical es crucial para el cambio progresista. No existe uno sin el otro. Pero dada nuestra carga imposible de trabajo, sindicalizarse parecía abrumador. ¿Cómo encontrar el tiempo para hacerlo cuando trabajas entre 10 y 12 horas al día?

Nos pagaban poco y trabajábamos demasiado: las expectativas subyacentes y la cultura de las organizaciones dictaban que estuviésemos disponibles todo el día, cosa que puede ser una carga muy grande para quienes tienen hijxs o cuidan de alguien. La administración no tomaba en cuenta nuestro agotamiento y la sostenibilidad de la situación pues nos decían "practiquen más el auto-cuidado" sin reajustar la carga de trabajo, las expectativas, los salarios o las prestaciones, de modo que volvían la culpa un asunto individual en lugar de examinar la cultura y prácticas de la organización. Buena parte del staff eran personas indocumentadas, o que lo habían sido en algún momento, o que venían de familias migrantes, por lo que el trabajo era muy personal. Esta conexión personal con el trabajo era explotada sin escrúpulos por la organización. La administración a menudo hablaba de cómo "éramos una familia", pero no lograban abordar las dinámicas de poder a pesar de que éramos cercanos (o no tanto).

Mientras trabajé allí, la organización duplicó su staff: de 12 a casi 24 personas en un año. El personal nuevo —que debía alivianar la carga de trabajo existente— se instaló en nuevas áreas de trabajo, lo que significó que nuestra carga de trabajo siguió siendo la misma y en algunos casos aumentó, pues el personal previo tenía que supervisar e incorporar a lxs nuevos empleadxs.

Aún sin sindicalizarnos, lxs empleadxs compartíamos información entre nosotrxs y eso nos permitía abogar por nosotrxs mismxs. Reconocimos que la falta de transparencia con respecto a los salarios es una desventaja fundamental para lxs trabajadores, por lo que voluntariamente compartimos las cifras y discutimos nuestros salarios. Descubrimos que los gerentes compartían información opuesta con respecto a los salarios: se le otorgaba aumento a ciertas personas para que esta se ajustase a los costos de vida y a otras personas no les concedían aumentos; nuestros salarios eran enfrentados y competían unos contra otros (me negaron un aumento tras decirme que unx de mis colegas necesitaba un aumento primero, y después me enteré que ese colega jamás obtuvo un aumento); la persona que menos ingresos percibía del staff ganaba 33,000 USD por año —tras un incremento salarial del 10% que llegó tras un año de haber sido planteado— mientras que unx de lxs directivxs ganaba una cifra casi cinco veces mayor a la del empleadx que recibía la menor paga. Nuestra organización se centraba en la justicia económica para migrantes, pero reforzaba la inequidad dentro de sus propias filas.

Basándonos en nuestro conocimiento de estas situaciones, presionamos a la organización a establecer y hacer pública una escala de paga para cada puesto. Pedimos a lxs gerentes simpatizantes con los sindicatos que apoyaran nuestras preocupaciones durante las reuniones administrativas, y estos temas llegaron a ser centrales. Enunciamos directamente nuestras preocupaciones durante una jornada de reflexión del staff, y esto forzó al directorx ejecutivx a emitir una respuesta oficial y crear un plan de trabajo para abordar lo referente a la organización interna.

Trabajamos junto con otras organizaciones para expandir el acceso a la atención médica para quienes perciben bajo salario y son migrantes indocumentadxs, mientras que nuestras propias prestaciones de salud estaban en un limbo sin información sobre los cambios venideros. Cuando varixs entre nosotrxs protestamos por la imposición de una prueba de dopaje obligatoria para lxs nuevxs empleadxs, (una política racista, que se ha implementado para excluir a las personas de color de los mismísimos programas de seguridad que la organización quiere proteger y expandir), un gerente defendió la política diciendo que "como mujer" necesita un "espacio seguro, a partir de todo lo que ocurrió en el movimiento #MeToo". Usó su identidad de mujer heterosexual cisgénero e insinuó que el uso de sustancias estupefacientes es la causa de la violencia sexual, todo para justificar una política racista y acallar las preocupaciones de otras mujeres y del staff.

Lo que mi experiencia me ha enseñado es que nuestro trabajo es urgente, y que tratar a lxs trabajadores de manera justa debería ser igual de urgente. Podemos ser más eficientes cuando nosotrxs mismxs como trabajadores somos tratadxs con dignidad y respeto.

Me hubiese gustado empezar el proceso de sindicalización antes, y no esperar hasta que más crisis y mas incidentes serios ocurrieran. Nunca lo hicimos público aunque teníamos suficientes votos. Muchxs de nosotrxs decidimos dejar la organización, un cuarto del staff se fue en un periodo de seis meses. Pero aún así aprendimos mucho en el proceso. Desarrollamos un amor y respeto profundos los unxs por lxs otrxs, y eso también nos hizo más eficientes como equipo. Me sentí menos aisladx y más empoderadx para comprometerme con un proceso y abogar por nosotrxs mismxs. Aunque cada una de las personas involucradas en el proceso de sindicalización ha dejado la organización, muchxs seguimos en contacto.

A medida que luchábamos por sindicalizarnos, lo que me ayudó a centrarme fue saber que todxs nos movemos a velocidades diferentes y necesitamos atravesar nuestros propios procesos. Ser clarxs acerca de porqué cada persona se había involucrado en el proceso de sindicalización, compartir miedos y ansiedades, tener límites claros sobre las tácticas y estrategias con las que cada quien se sentía cómodo fueron puntos clave. Como equipo, también hablamos con organizadores sindicales ya experimentados para entender de qué va el proceso.

También conectamos y creamos estrategias con otrxs trabajadores de organizaciones sin fines de lucro que estaban atravesando situaciones similares en sus propias organizaciones. Me alegra reportar que dos de esas organizaciones se sindicalizaron, y pusieron en evidencia los problemas estructurales del sector de las organizaciones sin fines de lucro.

Debemos organizarnos, aunque es posible que perdamos. Aunque no triunfamos en nuestros esfuerzos por sindicalizarnos, cada unx de nosotrxs ahora tiene las herramientas para el proceso de sindicalización ya sea en las organizaciones actuales donde colaboramos, o en las futuras. A medida que propugnamos por un mundo más justo, lo único que podemos exigirnos a nosotrxs mismxs es el seguir empujando hacia adelante y celebrar las pequeñas victorias en nuestro camino.

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