Sufriendo por la causa: Una entrevista con la autora de Work Won’t Love You Back

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Sarah Jaffe

Pronombres: ella

Digital: website, twitter, facebook, instagram

Una de tus organizaciones sin fines de lucro : Dono recurrentemente a NYAAF, pero donen a su fondo local de aborto.

Escribiste un libro fantástico llamado Work Won’t Love You Back sobre, el amor, y cómo el trabajo nos explota. ¿Puedes compartir un poco sobre lo que te atrajo de este tema para tu escritura y tu libro?

Sarah Jaffe: ¡Gracias!

He sido reportera laboral desde hace poco más de una década ya, lo cual significa que mi trabajo es mi ritmo. Este libro es de muchas maneras una síntesis de la última década de reportajes; en el camino el trabajo ha cambiado y con él nuestras expectativas sobre qué debe proveernos un empleo. Empecé a atar cabos cuando me di cuenta que escuchaba historias similares una y otra vez de grupos de trabajadores muy dispares, desde quienes trabajan en comida rápida hasta enfermeras, cineastas y atletas. Se esperaba de todxs ellxs que amaran su trabajo o que por lo menos pretendieran hacerlo.

Tu libro explora la historia de la explotación de lxs trabajadores, fuerza laboral organizada, y su intersección con el racismo, clasismo, sexismo y xenofobia. Sabemos que muchos de los asuntos que impactan la libertad reproductiva vienen de esas opresiones, además de la inequidad laboral, pero muy pocxs trabajadores del movimiento de justicia reproductiva se ven como parte de ese movimiento laboral, pocxs se organizan. ¿Por qué crees que es así?

En el libro, explicas la historia de las organizaciones sin fines de lucro que empiezan como obras de caridad de mujeres blancas adineradas que lo practican como hobby y posteriormente describes cómo se transforman en los paraísos fiscales para las corporaciones y capitalistas tal y como las conocemos ahora, y que se conoce como el ‘complejo industrial de las organizaciones sin fines de lucro’. La realidad es que muchos de los consejos y fuentes de financiamiento de nuestras organizaciones son dirigidas por filántropos que están muy alejadxs de las experiencias vividas de las personas a quienes atendemos, de nuestras propias experiencias como trabajadorxs, y sostienen el sistema clasista y racista al crear todo este desastre. ¿Es siquiera posible que lxs trabajadores se organicen y esto cambie? En tu opinión, ¿qué tendría que cambiar?

Sarah Jaffe: Esta es LA pregunta, ¿no? Es fascinante para mí porque desde mi punto de vista, tanto el movimiento laboral organizado y el movimiento por la justicia reproductiva sufren muchos problemas similares: una sobredependencia del partido democrático y poca disposición para lidiar con los mismos asuntos que mencionan aquí. También, Cecile Richards, la altamente elogiada ex jefa de Planned Parenthood, empezó como organizadora laboral. Pero todavía hay un imaginario de desconexión en donde el movimiento laboral es para hombres grandotes y masculinos o algo por el estilo, y que el movimiento por la justicia reproductiva es donde están las chicas y que de alguna manera no es un trabajo real—algo que, como menciono en el libro, a veces resulta en terribles condiciones laborales para lxs trabajadores del movimiento por la salud, los derechos y la justicia reproductiva, tanto del lado del movimiento como del lado de la provisión de servicios. Y este es un problema que creo que ambos lados son culpables de exacerbar, sobre todo sin la intención de hacerlo, pero como en el caso de la represión sindical en algunas afiliaciones de Planned Parenthood, de manera intencional.

Todo esto es muy difícil porque la mayoría de las personas que se involucran en el trabajo por la justicia reproductiva lo hacen porque creen en el movimiento, pero la realidad es que al igual que todas las personas que van a trabajar, al final trabajamos porque necesitamos el salario. Esto es tan cierto para cualquiera como para lxs trabajadores de las organizaciones sin fines de lucro y particularmente para quienes quizá se sientan atraídxs por la salud, los derechos y la justicia reproductiva, sobre todo por su experiencia en las intersecciones de múltiples formas de opresión, y una de ellas definitivamente ocurre en el espacio laboral. Asumimos que en los empleos dentro de organizaciones sin fines de lucro nos tratarán menos jodidamente que en los restaurantes o en ventas, y cuando resulta que no es así, algunas personas se retiran por completo del movimiento. La desilusión es dolorosa a nivel personal, pero también es perjudicial a largo plazo para la supervivencia del movimiento.* Si la gente queda exhausta se pierde memoria institucional y se pierden todo tipo de habilidades y posibilidades para construir a partir de logros pasados y aprender de fracasos pasados, y eso contribuye a sentirse estáticxs; yo me siento así cuando pienso en buena parte del movimiento laboral organizado y el movimiento por la justicia reproductiva en la cultura dominante. 

Y particularmente en los Estados Unidos, el racismo siempre está en la raíz de estos asuntos, y la poca disposición para luchar en contra de ello de manera honesta causa muchos problemas. Desde la historia racista de la esterilización forzada, la eugenesia, entre muchas otras cosas, que llevaron a algunas mujeres blancas a interesarse en la ‘planeación familiar’, hasta la historia de la experimentación médica en personas Negras y migrantes, particularmente mujeres. Todos estos son factores que afectan las decisiones reales, políticas y médicas, de las personas (vemos el mismo caso con la vacuna del COVID-19 y con las decisiones reproductivas). Básicamente, un movimiento dirigido por personas con riqueza es un movimiento desconectado de las vidas reales de las personas de la clase trabajadora, quienes muy probablemente sean personas de color y también quienes necesiten los servicios que proveen los grupos dedicados a la justicia reproductiva.

“Lxs trabajadores saturadxs de trabajo, agotadxs, no son simplemente extra-apasionadxs: son explotadxs. El sistema permite que filántropos ricos cosechen los beneficios de su caritativa donación mientras mantienen el control de sus fortunas.” — extracto de Work Won’t Love You Back

Sabemos que lxs trabajadores de nivel básico en nuestro movimiento reciben una paga baja, llamada ‘post-universitaria’ porque se asume que esas personas no tienen hijxs o familias que cuidar, deuda universitaria, o que no las impactan las presiones financieras del capitalismo. Parece que la versión moderna de ‘salario de sustento familiar’—que era el sueldo que los hombres blancos recibían para que sus familias estuviesen cubiertas, pero que se les negaba a las mujeres blancas y a lxs trabajadores de color porque sus familias no eran valoradas y se asumía que las mujeres blancas tenían un esposo de quien depender. ¿Parece que estamos replicando esos mismos sistemas?

Sarah Jaffe: Es otra versión del ‘dinero para gastos’, ¿que no? Lxs trabajadores jóvenes, particularmente *las mujeres jóvenes* o las personas de presentación femenina, no cuentan como trabajadores reales porque no necesitan el dinero realmente. Y las organizaciones sin fines de lucro están particularmente moldeadas por esas viejas ideas: que las personas que se involucran en ese tipo de trabajo tienen otra fuente de ingresos—familia con dinero, un esposo, blablabla—de la que pueden depender. Pero hoy en día eso es totalmente incierto y aunque fuese posible que un movimiento opere sobre los hombros de personas ricas independientes, *no debería ser así* porque, una vez más, si el movimiento por los derechos reproductivos se va a tratar realmente de justicia, tiene que ser liderado por las mismas personas a quienes atiende.

Pienso mucho sobre lo que dijo Selma James sobre “el proceso a través del cual la lucha de las mujeres se esconde en la historia y se transforma en una industria, en empleos para las chicas”. Notablemente, no estaba insinuando que las mujeres no deban obtener una paga—sino todo lo contrario. Estaba mencionando que a menudo las personas que realmente lideran las luchas son hechas a un lado para que las Sheryl Sandbergs lleguen y digan que ellas lideran el movimiento ahora.

Adentrémonos en el Capítulo 5: Sufrir por la causa. En este capítulo, hablas específicamente sobre los asuntos en juego dentro del movimiento por la justicia reproductiva, y resaltas la experiencia de unx trabajadorx, Ashley, los esfuerzos de lxs trabajadores para sindicalizar Planned Parenthood en las Montañas Rocallosas (PPRM), y la represión sindical que ocurrió allí. Cuéntanos un poco sobre lo que encontraste al reportar. 

Sarah Jaffe: Había estado tras historias sobre la sindicalización de Planned Parenthood durante años porque era una oleada—no sólo en PPRM, sino también en las sedes de todo el país. Hubo luchas en Nueva York, en Texas, donde la batalla continúa a medida que el estado está congelado. Pero la historia sobre el PPRM fue sobre la que más escribí, abiertamente, cuando empecé a trabajar en este libro, y muchas otras personas no estaban listas para hablar y ser citadas oficialmente, ¡lo cual entiendo perfectamente! Lo primero que pasa cuando lxs trabajadores de un movimiento organizado hacen demandas para sí mismxs, es que les echan la culpa por ayudar al enemigo—algo particularmente pernicioso si se refiere al movimiento por la justicia, los derechos, y la salud reproductiva en donde además de las luchas laborales usuales, lxs trabajadores se enfrentan a muchxs opositores. Es doblemente agotador.

Lo que encontré, tristemente, fue la típica historia de represión sindical. Lxs trabajadores fueron empujados a reuniones de audiencia cautiva, se les culpó de no ser lo suficientemente dedicadxs a la causa, un despacho de abogados anti-sindicalistas insistió en expandir las unidades de negociación colectiva para que lxs trabajadores que estuviesen fuera de Colorado, en donde lxs trabajadores se habían enfocado en las campañas de sindicalización y presuntamente podrían votar no, todo antes de la elección. Después, llegó la elección sindical y ganaron de cualquier manera—y PPRM apeló el voto en la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo de Trump, lo cual enojó mucho a lxs trabajadores, puesto que obviamente la administración de Trump hubiera destruido alegremente a Planned Parenthood y lo hubiese considerado una victoria. En algún momento, PPRM abandonó la apelación y lxs trabajadores obtuvieron su sindicato, y Ashley Brink, la persona cuyo perfil publiqué en este capítulo, dejó su empleo.

“Para una organización que dice ser feminista y dice tener los valores de justicia reproductiva, tener un staff que no puede pagar sus cuentas o cuidar de sus familias… es algo hipócrita y frustrante. Esos no son mis valores. Por eso es difícil decir: ‘Sí, estoy orgullosa de Planned Parenthood’. — Ashley Brink en Work Won’t Love You Back

¿Qué fue lo que más te sorprendió al momento de reportar acerca de la represión sindical que tuvo lugar en Planned Parenthood de las Montañas Rocallosas?

Sarah Jaffe: Me gustaría decir que algo entre todo eso me sorprendió. Tristemente, fue prácticamente la definición de una campaña de represión sindical. Hay toda una industria alrededor de este fenómeno por una razón.

Hemos escuchado del deseo de lxs trabajadores de organizarse, pero nos preocupa que las tácticas, como las huelgas, impacten a los cuidados de lxs pacientes. Y, como tu libro explica, se usa este argumento para evitar que lxs trabajadores de escuelas y clínicas propugnen por mejores condiciones laborales y derechos. Escribiste: “Al enfrentar al staff en contra de las personas que atienden, los administrativos sostienen que si se aumentan los salarios, se tendría que recortar los servicios”. El libro cita a unx directorx regional de Planned Parenthood en Seattle que aseguraba que tendría que cerrar clínicas para poder ofrecer bajas médicas a sus empleadxs; también hablas sobre el momento en el que muchas organizaciones sin fines de lucro se levantaron en contra de los esfuerzos del ex presidente Obama para aumentar las horas extra. Este binarismo intenta enfrentar a lxs trabajadores con las personas a quienes atienden, haciendo que parezca que recibir pagas justas y tener ambientes laborales equitativos sólo se obtiene sacrificando los cuidados a lxs pacientes, en detrimento de estos. ¿Por qué insisten lxs empleadores en mantener este binarismo?

Sarah Jaffe: Simplemente porque funciona. Porque saben que la gente no toma este tipo de empleos solamente por el dinero—saben que les importan profundamente las personas a quienes atienden. Y entonces les dicen que son privilegiados por ‘hacer lo que aman’, y preguntan cómo se atreven a pedir condiciones laborales decentes. Carajo, los sindicatos hacen esto por su personal. Francamente me pone furiosa. Los movimientos no pueden ni serán sostenibles si todo el tiempo rotan a sus empleadxs, y si causan agotamiento en el personal joven una y otra vez. Es así de simple. Como Ashley dijo en mi capítulo, la llevaban a todas partes del estado para suplir a quienes tenían que ausentarse—tenía que haber, como bien dijo ella, una manera más sostenible de hacer las cosas que no implicara tomar dos aviones en un día.

Un argumento en contra de los sindicatos, de subir salarios, de agregar prestaciones, y/o de pagar a lxs becarios es que costaría demasiado y quitaría fondos para las personas a las que atendemos. Pero todas las formas 990 de impuestos muestran que los mismos CEOs que hacen estas declaraciones ganan cantidades con 6 dígitos, bajo el argumento que ellxs tienen que estar bien compensadxs para que la organización pueda atraer y retener al mayor talento. ¿Por qué hay tal discrepancia? ¿Estamos simplemente replicando el ciclo de explotación del capitalismo?

Sarah Jaffe: ¿Cuál talento es importante y cuál es prescindible? Hay muy poco interés en invertir en talento cuando llega para tomar un puesto básico; no se piensa en construir a esas personas para que en determinado momentos sean ellxs quienes lleven la batuta. Al contrario, se reclutan ejecutivxs que vienen de otras partes. ¿Y a quién beneficia eso?

Claro que es imposible simplemente posicionarse fuera del capitalismo. Es totalizador, está en todos lados. Las organizaciones sin fines de lucro sienten la presión de quienes las financian, porque les piden “entregables” y todo ese rollo, y se entiende, pero tal y como dices: todxs podemos ver una forma 990 y ver a dónde va el dinero.

“Los deseos de quienes encabezan las fundaciones por apaciguar las inquietudes sociales en los años posteriores a los años sesenta, y particularmente en el movimiento por los derechos civiles—que a veces colisionaban con los deseos genuinos de lxs trabajadores de las organizaciones sin fines de lucro, quienes se encontraban conflictuados entre sus objetivos políticos y la amenaza de perder los fondos.” — extracto de Work Won’t Love You Back

Hemos visto que sale artículo tras artículo donde lxs trabajadores exponen a sus jefes tóxicxs (como en PPGNY y en PPPA), y donde se pide poner fin a las culturas laborales tóxicas y racistas (como en IWHC y en Women Deliver). También hemos visto muchos reportajes sobre esos espacios, sus culturas laborales tóxicas con su subsecuente organización sindical. ¿Qué te gustaría que se explore en los siguientes reportajes sobre el tema?

Sarah Jaffe: ¡Más, más, más, más! Creo que debemos perder el miedo a contar estas historias. No voy a fingir que no fue el capítulo más controversial de mi libro. Hubo gente que no quiso publicitar el libro justo por eso. Me preguntaban si estaba contando la historia de una persona con interés personal. Y por supuesto que la respuesta es no, en lo más mínimo, de hecho había alrededor de treinta trabajadores con historias similares que no quisieron compartir su historia de manera oficial porque no querían escuchar las mismas porquerías, no querían que los culparan. Pero son lxs reporterxs laborales como yo quienes tienen que estar dispuestxs a contar las historias, y si eso enoja a ciertas personas, no es mi culpa. Es la culpa de quienes han perpetuado los ciclos de malas administraciones.

Sarah Jaffe es la autora de Work Won’t Love You Back: How Devotion to Our Jobs Keeps Us Exploited, Exhausted and Alone y de Necessary Trouble: Americans in Revolt, de Bold Type Books. Es becaria de periodismo de Type Media Center y reportera independiente que cubre políticas de poder, desde los espacios laborales hasta las calles. Su trabajo ha aparecido en The New York Times, The Nation, the Guardian, Washington Post, The New Republic, the Atlantic, y en muchas otras publicaciones.

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