Una victoria para lxs trabajadores de cuidados infantiles es una victoria para la justicia reproductiva
Olivia Pace (ella) es escritora, educadora y organizadora negra, birracial y queer del área metropolitana de Portland. Su trabajo se centra en el capitalismo, la política, la justicia racial, las enfermedades crónicas, el cambio climático y la violencia sexual. Es organizadora de PDX Child Care Labor Alliance y Disarm PSU. Se graduó Cum Laude de la Universidad Estatal de Portland en 2019, recibió su licenciatura en Estudios Infantiles y Familiares y una especialización en Estudios Negros.
Bajo el inquietante caos de la Elección Presidencial de los Estados Unidos del 2020, hubo un número de victorias progresistas locales a lo largo del país en Noviembre. Pasaron la revolucionaria Medida 26-214 en el condado Multnomah de Oregón, que incluye la ciudad de Portland. Esto significa que se implementará preescolar universal y gratuito para todxs lxs niñxs de 3-4 años en todo el condado, y se aumentará el salario de lxs trabajadores de preescolar de ese condado de 15 dólares por hora a poco menos de 20 dólares por hora (el promedio nacional es de 11 dólares). El programa se financiará a través de un impuesto mínimo a lxs habitantes del condado con mayores ingresos; el 92% de lxs residentes no pagará nada. Como trabajadorx de cuidados infantiles en esta ciudad, sé cuán necesario es esto en nuestra comunidad, no se diga en el país. El éxito de la Medida 26-214 refleja la necesidad de las luchas laborales por expandirse continuamente fuera del terreno del espacio laboral, y ser parte de las luchas comunitarias por justicia social y económica.
La enseñanza debe ser considerada trabajo por la justicia social. Lxs niñxs son un grupo marginado en nuestra sociedad, a pesar de que rara vez se les reconoce como tal. Lxs niñxs no tienen autonomía sobre su vida cotidiana, o sus cuerpos. Debido a la posición de lxs niñxs en nuestra sociedad, son susceptibles a abusos. Igual que en otros tipos de opresión estas condiciones empeoran cuando se intersectan con otras identidades marginadas, causando que lxs niñxs de color enfrenten el impacto de estos mecanismos de opresión y violencia.
Los políticos tienen infinitos clichés sobre la importancia de cuidar de lxs niñxs. Puede que parezca que todxs están de acuerdo en que lxs niñxs son una parte importante de nuestra sociedad, y necesitan ser tratadxs con respeto y dignidad. Una de las evidencias más deslumbrantes que estos clichés en verdad son insinceros es la manera en que son tratadas las personas que trabajan en cuidados infantiles, que son quienes enseñan y empoderan a nuestrxs hijxs. Y no es diferente en un estado relativamente progresista como Oregon.
Antes de que me despidieran por la pandemia de coronavirus, yo era profesorx en un salón de preescolar en un centro de desarrollo infantil donde cuidábamos de niñxs entre 6 semanas y cinco años. La escuela donde trabajaba tiene una clientela en su mayoría liberal, son familias de clase media y alta que pagan alrededor de $18,000 dólares al año en matrículas. La escuela se enorgullecía de luchar por la justicia social, la equidad y una infraestructura sin prejuicios. Lxs directores se referían a nosotrxs como el equipo o la familia, y eso parecía lindo y poco intimidante. En general, las condiciones laborales parecían más que justas en la superficie, y como maestrxs, nos daban mucha libertad para expresar lo que muchxs describirían como 'ideas progresistas' dentro del salón de clase y en el plan de estudios.
Por eso, cuando decidimos sindicalizarnos, y a pesar de tener algunas quejas serias, sentimos que sería una decisión poco controversial, dados los valores que la escuela aseguraba tener.
Mis colegas y yo ganamos nuestro sindicato el 11 de marzo del 2020, con un margen del 90%. Nuestras demandas incluían salarios más altos, la contratación de staff de limpieza, y la inclusión de lxs trabajadores en el desarrollo de entrenamientos anti-prejuicio. Necesitábamos desesperadamente muchos de los cambios que ocurrirán bajo la Medida 26-214.
Cuando anunciamos nuestro sindicato y anunciamos públicamente nuestras quejas laborales, la administración escolar rápidamente lanzó una campaña contra la sindicalización basándose en el gaslighting y el chantaje emocional. Nuestra jefa, la dueña de todos estos centros infantiles mandó un email a todo el staff la noche antes del voto afirmando que no había una garantía de que el sindicato pudiera ayudarnos, que nuestrxs directores no querían terceros desconocidos interfiriendo en nuestras relaciones, que ella siempre ha estado allí para escuchar a lxs trabajadores, y que su puerta siempre ha estado abierta. Socavar la credibilidad de los sindicatos es una clásica táctica anti sindicalista. En realidad, muchxs trabajadores ni habían visto la cara de nuestra jefa. Algunxs ni sabían su nombre. Muchxs de lxs trabajadores que sí la conocían habían sido maltratadxs e ingnoradxs por ella. Esta dinámica empeoró intensamente una vez que ganamos el sindicato y empezamos a negociar nuestro primer contrato. Además, nuestra jefa propuso seguir pagando salarios precarios y descartó las preocupaciones de lxs trabajadores sobre cómo se ha manejado la pandemia, por ser "dramáticas" o "mal-informadas".
Aunque el comportamiento de nuestra jefa es aberrante, y es responsable de sus propias acciones, la realidad es que esta es una reacción normal de los jefes ante la sindicalización, aún en campos y espacios laborales que dicen priorizar la justicia social. Bajo el capitalismo, los intereses de quienes proveen cuidados infantiles, lxs trabajadores de este campo y las familias no son los mismos. Los proveedores de cuidados infantiles tienen un negocio. Usualmente, este es su sustento y su objetivo es ganar dinero. Esto les incentiva a poner altos precios a las matrículas, y mantener los salarios bajos. Todo esto está en conflicto con los intereses de lxs trabajadores, que también están tratando de ganar el suficiente dinero para pagar sus cuentas y sobrevivir. El interés último de la familia es obtener cuidados infantiles. Esto puede enfrentarlos con los proveedores que intentan subir sus precios, o con lxs trabajadores que quizá se vayan a huelga, o dejen sus trabajos en pleno año escolar si sus necesidades no se cumplen. Intentar transformar la sociedad, y luchar por más apoyo mientras eso sucede, a través de cosas como la Medida 26-214, es la única esperanza para que lxs trabajadores del cuidado infantil—y lxs trabajadores en general—obtengan trato justo.
Como sindicato, no acabamos de conocer a nuestrxs jefes en la negociación. Priorizamos la participación comunitaria desde el inicio y nos unimos a la coalición Universal Preschool Now (Preescolar Universal Ahora), que ayudó a pasar la Medida 26-214, que básicamente hará más para mejorar las condiciones en nuestro campo que cualquier cosa que nuestrxs jefes podrían o querrían hacer por sí mismxs, especialmente durante la crisis económica actual. Esta medida proveerá de fondos a los proveedores de cuidado infantil, pagará a lxs profesores de preescolar un salario digno, y eliminará el problema de los costos para las familias que buscan educación preescolar. Nuestra jefa no puede ser la responsable de enmendar todas las maneras en las que la sociedad le ha fallado a lxs niñxs y lxs trabajadores. No podemos negociar que se valore la justicia social—es un problema sistémico, por lo que la solución también debe serlo. Debemos construir movimientos y batallas salariales para obtener cambios sistémicos y de larga duración. Así es como podemos mejorar nuestras condiciones laborales de modo significativo, y crear espacios laborales que estén genuinamente alineados con las políticas de justicia social que apoyan.